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martes, 2 de enero de 2018

AVENTURAS EN LA MARYGALANTE Cap. 2

Un nuevo año para estrenar y una aventura que continuar. Que el 2018 os deje en todos los puertos seguros, os sople siempre a vuestro favor y lleguéis a vuestros mejores destinos!!



CAPÍTULO 2

LA CAPITANA


Larimar O’brian leía tumbada en la hamaca de su camarote. Tenía al Sr. Dandy enroscado junto a sus pies y al Sr. Eivioc bajo la hamaca, ambos dormidos como troncos. Sintió el aviso y cogió la fotografía de Lara y Altan que le servía de punto de libro, la miró un instante y la metió entre las páginas. Instantáneamente el Sr. Dandy irguió las orejas, miró a la capitana y se desperezó. El Sr. Eivioc se había levantado y la miraba interrogativo.
-Bien señores, Kunzita está de vuelta, a sus puestos por favor.

La mujer salió de la hamaca, se colocó la chaqueta de terciopelo rojo oscuro, se calzó las botas y se atusó el moño. Dandy subió por la pared y salió por el tragaluz, trepando por el palo mayor hasta su puesto en la cofa. Eivioc esperó a que la capitana abriera la puerta y se fue hasta su sitio junto al timón, echándose en posición de esfinge, que le daba un aire atento sin cansarse.

La capitana comprobó que todo estaba en orden, bajó a la cubierta de mantenimiento, entró un momento en la cocina y le pidió al cocinero que subiera con ella a la cubierta de recreo, donde estaba el resto de la tripulación. En cuanto pasó la puerta todos dejaron lo que estaban haciendo y formaron un círculo.

-El señor Lay llegará en breve, una vez demos la bienvenida a los nuevos grumetes zarparemos de inmediato, me gustaría estar en Emmerald antes del ocaso, así ustedes podrán dormir hoy en el hotel. Nos aprovisionaremos y mañana a primera hora de la tarde saldremos para Hobrén. Muchas gracias.

La tripulación asintió y cada uno fue a su puesto. La capitana se quedó sola con el cocinero.

- Espero que Kuni me haya hecho caso esta vez y traiga un pinche con experiencia.
- Tranquilo señor Cook, yo también le pedí grumetes con experiencia, a ser posible del buque Lymeryk, la travesía a Hobrén no es apacible precisamente y menos con tanto retraso, pero si partimos mañana al alba pasaremos la nebulosa de Marna antes de dos jornadas y evitaremos el inicio del monzón, que es en sí la parte más arriesgada del viaje, una vez lleguemos al puerto de An-Dro podremos salir ha espacio libre y allí mientras sigamos las indicaciones del almirantazgo no hemos de tener mayor problema.
- Confías en exceso en la Mary…. ¡Llevar sal a Hobrén! Menudo cargamento, menudo sitio, menuda panda de salvajes…
-Señor Cook, conozco perfectamente sus reservas, pero alguien tiene que hacerlo y sabe perfectamente que nuestra misión es ayudar donde más se necesita, para el resto ya está la flota mercante.
- Sí niña sí, pero luego no llores cuando esos salvajes te dejen sin pelo.

El cocinero salió de la sala y tras él la capitana, que fue hasta el timón, acarició la cabeza de Eivioc y sacando la bitácora comenzó a rellenarla. Al poco, los sonoros ladridos de Dandy anunciaron el regreso del segundo de a bordo con los nuevos grumetes.

Ereleig contemplaba asombrado el barco. Ya le había parecido grande desde el malecón del puerto, pero ahora se hacía cada vez más inmenso a medida que la barca se aproximaba a él. Al llegar a poco menos de tres metros pudo distinguir un rótulo justo debajo de la borda de proa. Pensó que seguramente era el nombre del barco, a veces era un fastidio no saber leer. Kunzita remaba con fuerza y al poco se encontraban justo en medio del buque, donde una bonita escalera les permitiría subir.

Opalena suspiró aliviada al ver aquella escalera, por lo que ella había oído a los barcos se subía por escalas de cuerdas, dificilísimas de trepar. También había oído que usaban una especie de columpios rígidos para elevar las mercancías hasta el barco; y ya se veía volando por los aires en uno de esos columpios, pues subir por una escala de cuerda le parecía impensable. Pero la preocupación por cómo llegaría a la nave se fue al ver aquella escalera, más propia de una casita de campo que de un barco mercante.

Kuncita pidió a los chicos que bajaran de la barca y los dejó en el primer peldaño, en el que podían estar al menos diez personas. Desde arriba le lanzaron un par de cabos y el hombre los pasó por las argollas que la barca tenía en cada punta. Los cabos se tensaron y la barca comenzó a elevarse más allá de la borda, desapareciendo de la vista al poco. Una vez listo el asunto de la barca, Kuncita comenzó a subir la escalera indicando a Ereleig que lo siguiera. Opalena subió la última.

Toda la tripulación les esperaba en cubierta. Los chicos se fijaron en la mujer que les observaba junto al palo mayor. Vestía una chaqueta de terciopelo rojo oscuro y pantalones, algo que Ereleig nunca había visto en una mujer. Los galones en los hombros la indicaban como la capitana. 

-¡Bienvenidos a La Marygalante! la mejor nave de uno a otro confín de este planeta, muchos otros, varias galaxias y universos distantes. Nombre, rango y último barco en el que habéis estado por favor.

Ereleig hizo una pequeña inclinación de cuerpo, tal como acostumbraba en el hotel ante los clientes de rango.

- Ereleig, cuidador de mascotas del Gran Hotel Colchones Excelsos.
- Opalena señora, barredora de cloacas.
La capitana miró a Kuncita y arqueó visiblemente la ceja derecha.
-Señor Lay, a mi camarote por favor. Sra. Lotte, si es tan amable de acomodar a los grumetes en sus camarotes –una mujer pequeña y algo redonda se adelanto y con una seña indicó a los chicos que lo siguieran, cosa que hicieron en el acto-. Bien tripulación, zarpamos, rumbo sur-oeste a Emmerald.

Dadas las órdenes se encaminó a su camarote seguido por el segundo de a bordo. Una vez dentro recogió la hamaca y se sentó tras su escritorio.

- Grumetes experimentados, a ser posible del Lymeryk. Eso es lo que le pedí, ¿No había en todo Komo un par de grumetes que hayan viajado al menos una vez en su vida? Vamos a Hobrén Sr. Lay, lo último que queremos son niños a los que enseñar.
- Es una corazonada capitana, sabéis que no puedo ignorarlas.
- Pues la próxima vez que le encargue algo deje el corazón en su camarote señor Lay – la mujer suspiró y paseó la mirada por la estancia-. ¿Dónde los ha encontrado?
- En la subasta de Nidena, restos de serie, nadie los quería.
- Bien, está bien, no es en absoluto lo que tenía planeado, pero para una vida fácil ya está la flota mercante. ¿La muchacha tiene experiencia en la cocina?
- Pues no lo sé, habrá que preguntarle. El chico parece muy adaptable y espabilado, será un buen grumete. Pero ella, bueno, es muy cerrada y teme a los perros, trabajó para los Pema.
- ¡Pandilla de inconscientes y descorazonados! No me extraña que los tema. Bueno tenemos al Sr. Dandy que remediará eso y el resto con el tiempo. Bien señor Lay, rezad para que la chica sea buena en la cocina, no soy la única a quien habéis decepcionado, y el señor Cook no es tan comprensivo como yo. ¡Buena suerte!

El hombre saludó, dio media vuelta y salió del camarote. La capitana se arrellanó en la butaca y suspiró.

- Un viaje normal. Por esta vez quería un viaje normal Mary, Hobrén no es fácil y he tenido que aceptar. Nadie más les llevaría sal; ni sal, ni nada, ningún barco ni nave va por allí, y siendo así desde hace tantos años por algo debe ser. Bueno, no vamos a enfadarnos justo al inicio de un viaje largo y difícil. Tenemos buena mar, sepámosla aprovechar. ¡Vaya! empiezo a parecerme al señor Refrany –unos toques en la puerta sacaron a la capitana de su monólogo-.
- Permiso para entrar capitana.
- Adelante Sra. Lotte.
La puerta se abrió y entró la redonda mujer, seguida por los perros del barco. El Sr. Dandy subió al escritorio y el Sr. Eivioc se echó a los pies de la capitana.
- He dejado a los chicos en los camarotes para que acomoden sus cosas, no tienen casi nada, si se quedan todo el viaje habrá que comprarles ropas en An-dro. Y cuadernos, ninguno sabe leer ni escribir.
- Haced una lista con lo que necesitéis, pero procurad sed precisa, este viaje podría no dejarnos ningún beneficio económico.
- ¿No sería mejor devolver el cargamento y dedicarnos sólo a los niños?
- ¡Sra. Lotte! ¿Usted también está en desacuerdo?
- Es que… ir a Hobrén… Un lugar del que sólo se habla mal, no puede ser bueno.
- ¿Recuerda lo que decían sobre mí cuando me hice cargo de La Marygalante?
- Porque no la conocían y era una niña, era normal que dudasen de sus aptitudes, pero unos años y ha demostrado ser una buena capitana. ¿Sabéis cuantos años dura el bloqueo a Hobrén? ¡Desde antes de que yo naciera! Así que imaginad… No es un lugar adecuado para llevar a unos niños, ni siquiera usted debería ir.
- Sra. Lotte, mi aprecio por sus servicios es muy grande, ya lo sabe, pero el rumbo está fijado y nada va a cambiarlo. Si desea quedarse en Emmerald lo entenderé, pero lo hará sola. Los chicos ahora son parte de la tripulación, irán allí a donde se dirija la nave, están bajo mi custodia y la de La Marygalante, ya sabe lo que ello significa.
- De acuerdo, sea pues, procuraré que para cuando lleguemos a An-dro ambos tengan un mínimo de educación.
- ¡Gracias Sra. Lotte! Esa es la actitud que preciso. Hablando de aptitudes Sr. Dandy, Sr. Eivioc, la muchacha tiene miedo de ustedes, así que sean muy cuidadosos – el Sr. Dandy ladró a modo de aceptación y se sentó sobre sus patas traseras, subiendo las delanteras en un saludo muy gracioso-. Exacto Sr. Dandy usted será el encargado principal de conseguir que les mire de otra manera. Sra. Lotte, ¿Desea algo más?
- No, por el momento, no –la mujer salía por la puerta, pero se detuvo y se dio una palmada en la frente-. ¡Se me olvidaba! Madame Leire me envió una carta hace unas semanas, está preparando el Baile del Farol en el palacete de comandancia de An-Dro. ¿Habría alguna posibilidad de asistir?
- Me temo que esta vez no Sra. Lotte, ya vamos con algo de retraso.
- El sitio al que vamos no va a empeorar por unos días que nos retrasemos.
- Sra Lotte, no empiece de nuevo.
- De acuerdo, de acuerdo…

La mujer salió y cerraba la puerta cuando el Sr. Dandy saltó del escritorio y salió con ella. El Sr. Eivioc gruñó bajito.

- No se enfade, debe entender que su aspecto es más intimidatorio – el perro suspiró-. Dedíquese a Ereleig, apreciará mejor sus talentos. Bien, vamos a ver qué tal anda todo por ahí fuera, ¿Me acompaña Sr. Eivioc? – el perro se hizo un rosco junto al escritorio-. Como quiera, en una hora comenzará su guardia, hasta luego.

La capitana salió y cerró la puerta, aún la sorprendía lo sensible que era aquel perro. Fue a la cocina, además del señor Cook se hallaba Miss Egane, la ayudante del señor Refrany el piloto, un marinero de edad avanzada del que se decía que había servido de primer oficial en el Bonjorn, la nave del comandante Lars y en La Atrevida, la nave del almirante O’brian, padre de la capitana. Muchas historias corrían sobre el porqué un avezado y experto marino, que bien podría capitanear su propio barco, había decidido ponerse bajo las órdenes de una mujer y como patrón; cuando su experiencia era mayor que la del segundo de a bordo Kuncita Lay-Malone. Era otro de los muchos misterios que rodeaban a la nave. Miss Egane además de ayudar al Sr. Refrany, ser una audaz piloto y considerada la marinera más bella de Marsetta, su país de origen, tocaba la flauta y el violín. Esta sería su tercera travesía a bordo de La Marygalante.

En cuanto la capitana cruzó la puerta de la cocina el Sr. Cook se encaró con ella.

- Muy bien niña, dejar la elección a ese cabeza hueca de Kuni te va a dejar comiendo galletas una buena temporada.
- Estoy tan sorprendida como vos, Sr. Cook, pocas veces le doy peticiones precisas, pero tuvo una corazonada.
- ¿Otra? ¿Por qué no deja el corazón a bordo de vez en cuando? Espero que la muchacha sea buena, porque de lo contrario le voy a tener a régimen todo el viaje…
- Sr. Cook, no sea tan duro con el guardián – Miss Egane le sonrió con dulzura, algo que solía apaciguar los ánimos del cocinero-. Yo pienso que esos chicos serán excelentes, deles una oportunidad.
- ¿Y si no lo son, vendrás tú a pelar patatas?
- Vendré yo misma, Sr. Cook –dijo la capitana.
- ¿En serio? Muy bien, sea pues – una sonrisa se instaló en el rostro del cocinero.
- Miss Egane, ¿Sería tan amable de avisar a los chicos de que vengan aquí cuando hayan terminado de instalarse?
- Claro capitana.
-¡Gracias!

La piloto salió de la cocina para buscar a los grumetes. Poco después entraban el señor Refrany junto a Kuncita, la Sra. Lotte y los hermanos Uxián, Corma y Hidie. Los hermanos procedían de Mastrara y por ello su forma de hablar era muy particular, en ocasiones se debía hacer un buen esfuerzo para entenderlos, pero eran excelentes marineros de los que no temían nada, de hecho eran los únicos que no se habían inmutado al oír el destino al que se dirigían. Ambos estaban enamorados de Miss Egane y la seguían a cualquier barco en el que ésta se enrolara. Pasar el examen de la capitana les costó, pero tras la primera singladura demostraron que a trabajadores no les ganaba nadie, y esa, junto a ser ordenado, era una cualidad muy apreciada en La Marygalante, por lo que tenían ya su sitio adjudicado.

Una vez Miss Egane entró con los chicos en la cocina, el Sr. Cook sacó copas para todos y las llenó de Ambrossia. Las repartió entre todos los presentes, quedándose con la suya, una copa de cristal azul de Lovaquia. La capitana tomó la palabra.

- Opalena, Erelig, como nuevos tripulantes de La Marygalante participareis del brindis de inicio. Ahora formaremos un círculo y cada uno podrá compartir lo que desee. Es tradición que comience el cocinero y concluya el capitán. Tras cada comentario se toma un sorbo de la copa, que indica que se ha terminado y otro puede hablar. Podéis decir aquello que queráis o podéis pasar la palabra tomando un sorbo de vuestra copa. Sr. Cook si es tan amable de comenzar -el cocinero levantó en alto su copa y dijo:
- Que esta travesía nos sea dulce – y tomó un sorbo de su copa, al igual que el resto de la tripulación.
- Que nos enseñe a confiar- pronunció el Sr. Lay tomando otro sorbo.
- Que aprendamos cosas útiles que mejoren nuestro ser y nuestro entorno – deseó la Sra. Lotte.
- Nudo hagas que deshagas –sentenció el Sr. Refrany.
- Que suenen nuevas melodías – dijo Miss Egane.
- Qu Sol nus sigu pur tos lus horizantes… – comenzó Hidie.
- E qu derrite lus yelos del cor que mos amos – terminó Corma y ambos hermanos bebieron de sus copas.
- Que, que, que… -a Ereleig no se le ocurría nada, al notar que los adultos lo miraban se puso muy nervioso y soltó sin pensar-. ¡Que no nos hundamos! – y tomó un sorbo de su copa, para su asombro nadie se rió de su comentario, se limitaron a beber.
Opalena, que había quedado la última se limitó a tomar un sorbito de su copa, la capitana cerró el círculo.
- Que sepamos ver las oportunidades que la vida nos ofrece y las aceptemos agradecidos –dicho esto vació su copa, al igual que el resto de la tripulación-. Bien, todos a sus puestos. Opalena se quedará con el Sr. Cook. Ereleig usted irá con los hermanos Uxián que lo introducirán en el arte de la marinería. Tras sus tareas irán a la cubierta de recreo con la Sra. Lotte a comenzar sus clases. En unas horas llegaremos a Emmerald, estén preparados para desembarcar por una noche. Gracias.

Todos dejaron su copa y salieron de la cocina menos Opalena. Ereleig siguió a los hermanos que le dieron un cubo y un trapo y le dijeron, o al menos eso entendió él, que limpiara la baranda de cubierta; tarea a la que se dedicó con ahínco durante dos horas y que le gustó, ya que podía ver el mar y porque se sentía muy alegre. Aquel ritual de la copa le había hecho sentir que les importaba a aquellas personas. Era como ser parte de una familia o eso pensaba que debía de ser, ya que él no había tenido familia. Tenía muchas ganas de trabajar y de hacerlo bien y de quedarse en aquel barco donde todos parecían tan amables. Ya era hora de que, como su nombre decía, tuviera suerte.






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